jueves, 21 de noviembre de 2013

Espacio público y calidad de vida


Cuando el ser humano comienza a organizarse en comunidades sobre un territorio, transformando los espacios naturales en espacios humanizados, reflejo de su actividad y necesidades, aparecen las ciudades. Una mezcla de espacios privados y públicos que convergen en una mezcla de intereses que debe ser regulada y organizados para una sana convivencia, y generar calidad de vida.

Cómo intervenimos las zonas comunes o espacio público, está influenciado por la cultura y desarrollo de las ciudades. En Colombia, la influencia española en la colonización, generó un crecimiento de las ciudades ordenada por una malla vial cuadriculada que se extiende saliendo de un centro o parque principal, en el cual se ubicaba el centro de comercio y el templo religioso, lugares esenciales para la socialización del hombre, recreación y desarrollo de las comunidades.

No obstante la alta densificación de nuestras ciudades, la falta de planeación y la poca apropiación y entendimiento del sentido público, ha hecho que muchas de nuestras ciudades contemos con limitadas áreas consideradas espacio público, y estas las hayan ido supliendo privados, como sucede en las unidades residenciales donde el gancho de venta son las zonas verdes, parques y zonas deportivas, complementando o reemplazando la acción del Estado

A este fenómeno, se le suma otro, en aquellas zonas donde las viviendas no hacen parte de conjuntos residenciales, donde por el contrario el uso o el abuso del espacio público, ha hecho que ciudadanos se apropien de zonas comunes para el uso y disfrute de particulares, como el caso de andenes que se vuelven la extensión de negocios, o antejardines que son encerrados para ser incluidos en algunas propiedades.



En Colombia, la Ley de Desarrollo Territorial (Ley 388 del 18 de julio de 1997) establece mecanismos que permiten a los municipios el ejercicio autónomo del ordenamiento de su territorio, el uso equitativo y racional del suelo, la preservación y defensa del patrimonio ecológico y cultural en su ámbito territorial, y la prevención de desastres en asentamientos de alto riesgo. Mecanismos como este, son una clara invitación a generar proyectos incluyentes que además de generar desarrollo, permitan la movilidad, socialización e integración de las comunidades, de una manera amigable con el medio ambiente.



Es por eso que en nuestro ejercicio de ciudadanos, debemos participar en los espacios de socialización de los diferentes proyectos de nuestra ciudad, para conocer, acompañar y promover las adecuaciones y modificaciones de nuestro espacio urbano, velando porque estos tengan en cuenta a toda la sociedad: peatones, personas con movilidad reducida, lugares para el descanso y la recreación, puntos de acopio de basura, todos estos acompañados de un paisajismo responsable, donde la siembra de árboles tenga en cuenta el uso de dicho territorio, con el fin de garantizar la perdurabilidad y aporte ecológico de este en la zona.

Y finalmente, como no, también es nuestra responsabilidad de ciudadanos, velar por el buen uso de estos espacios, para nuestro propio disfrute y calidad de vida.



Andén en la Av. El Poblado: árboles lastimados por el cemento y la poda de raíces, andenes no aptos para caminar sin riesgo o convertidos en parqueadero público a beneficio de negocios privados




Nuestras ciudades necesitan espacios públicos donde podamos convivir humanos, árboles, especies nativas y el desarrollo.



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